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Bienvenidos , al aula para padres

Desde esta pagina queremos acercar la escuela 4-145 a los padres , y por qué no acercar los padres a la escuela y al desafio de Educar a Nuestros Jovenes , desde ya gracias por cualquier aporte o consulta.

Cómo ayudar a nuestros hijos en los estudios

La tarea educadora de los hijos es un derecho y deber primario que tienen los padres. El resto de las instituciones que aparecen a lo largo de la escolaridad de un niño tratan de educarlo por delegación implícita que hacen los padres de ese derecho primero. Pero delegar una tarea, no quiere decir olvidarse, es por ello, que los padres no pueden omitir el derecho y deber primero a la educación de sus vástagos.

La interrogante que surge es.¿cómo ayudar a nuestros hijos en los estudios?, a esta pregunta vamos a tratar de darle respuestas:

1.- Creando un ambiente de estudio en casa

El ambiente que nos rodea es la influencia que tiene en nosotros el entorno que nos rodea. Watson uno de los iniciadores del conductismo en psicología, ya decía: “Dadme un niño y podré hacer de él o un criminal o un santo”. Con ello quería poner de manifiesto la influencia decisiva que tiene el entorno que nos rodea en la personalidad o en la manera de conducirnos. Somos lo que hemos aprendido a ser.

Crear un ambiente no es la actuación de unos días concretos, sin continuidad de manera esporádica para tratar de conseguir unos objetivos educativos. Crear un ambiente significa una actuación sistemática, perseverante para conseguir los objetivos marcados.

¿Cómo se crea el ambiente de estudio?:

Incidiendo desde todos los planos posibles para conseguir el objetivo, es decir, desde los valores a fomentar, ser laboriosos, ser constante en las tareas, valorar el esfuerzo, etc.
Cuidando los detalles materiales que favorezcan el trabajo: que exista un sitio para estudiar, este lugar deberá reunir algunas condiciones mínimas del tipo de las siguientes: aislamiento de ruidos y cosas que distraigan; iluminación suficiente; silla y mesa de trabajo funcionales para las tareas que se realizan normalmente.
Respetando los padres el tiempo de tareas sin interferir con otros encargos que puedan surgir, que la televisión no esté puesta en el tiempo de trabajo, etc.
Creando hábitos de estudio, es decir, repitiendo siempre el mismo horario de estudio, de trabajo.. en un ambiente de silencio.
Aprovechando los padres el tiempo de estudio para realizar ellos, si es posible, diversos trabajos que tengan pendientes para que sus hijos los puedan ver como modelos que van por delante y son dignos de imitar.
Teniendo un material base para el estudio: diccionarios, enciclopedias, libros de consulta.
Promoviendo para el tiempo libre actividades que tengan que ver con la cultura, con la lectura, con el afán de saber más.

2.- Los padres han de ir por delante en su afán por la cultura

Si los padres tiene, por ejemplo, curiosidad intelectual, afán de saber y afición por la lectura, serán un ejemplo estimulante para el estudio de sus hijos.

Los padres tienen que preguntarse hasta qué punto fomentan, sobre todo con el ejemplo, la cultura familiar. En este punto puede surgir la pregunta de cómo van a hacerlo, si los padres posiblemente no tienen el nivel de estudios idóneo, no son universitarios, y apenas pueden responder a las preguntas que les plantean sobre las dudas en las tareas escolares. En este punto hay que decir, que los hijos no piden un profesor particular en los padres, sino la coherencia en su preocupación por los temas culturales, su sensibilidad ante lo artístico, el afán de saber que han mostrado en su trayectoria personal. Son manifestaciones de esa sensibilidad cultural, la existencia de una biblioteca familiar, las revistas que entran, las conversaciones que se tienen, etc.

3.- Manteniendo una estrecha colaboración con el tutor y profesores de los hijos

Padres y profesores están metidos en una misma tarea: la educación de los niños, por ello, se ha de tirar unos y otros en la misma dirección y se precisa de una colaboración mutua.

En este punto como en tantos otros, hemos de estar en el término medio, no pasarse por un extremo ni por el otro. Hemos de estar en contacto con los profesores, pero no podemos estar un día si y otro no requiriendo información del profesor sobre cómo va nuestro hijo, porque ello puede resultar agotador para el profesorado. Tampoco hemos de pasarnos por el otro extremo, el no aparecer por el centro, el que nos desconozcan, por mucho que requieran nuestra presencia.

Término medio puede ser una entrevista en cada evaluación, en otros casos que nuestro hijo requiere una tutorización mayor por el colegio y los padres, la periodicidad de la reunión puede ser una vez al mes.

Los aspectos que se pueden tratar en esas entrevistas pueden ser:

Intercambiar información sobre la forma de ser: conducta del hijo estudiante: que capacidades mentales tiene más y menos desarrolladas y cómo las usa.
Qué disposición tiene hacia el estudio: ir tirando con el mínimo esfuerzo, muestra interés o no, es perseverante en lo que se propone o enseguida abandona...
Cómo estudia: qué dificultades principales encuentra en la realización de su trabajo, en qué necesita mejorar en concreto.
Que valores son los que se insiste en casa, y cuáles son los que se proponen en el centro.

Esta información del centro educativo se obtiene sobre todo a través de entrevistas periódicas entre padres y profesores. Conviene que los padres acudan a dichas entrevistas habiendo pensado que tipo de información necesitan y qué tipo de información pueden, a su vez, facilitar al tutor o a los profesores.

Convendrá fijarse conjuntamente algún objetivo común para la actuación de los padres y del centro. Conviene que sea preciso y medible, para que en la próxima entrevista que se tenga, empezar por la revisión del objetivo marcado, cómo ha ido, qué dificultades han surgido, cómo adaptarlo para ahora, etc.

En el intercambio de información bidireccional entre padres y profesor, ocurrirá que el profesor o los padres no pueden proporcionar la información sobre algún dato concreto que se le pide. Esto es perfectamente comprensible. Pero los padres no deben por ello renunciar a conseguir lo que se proponían. Pueden pedir al tutor que consiga esa información para la entrevista siguiente, bien a través de su observación personal, bien a través de otras personas de entre las que trabajan en el centro educativo (profesores de las diferentes asignaturas, psicólogo, etc.).

4.- Orientando a los hijos en el manejo de las técnicas de estudio

Los buenos resultados en el estudio depende de querer estudiar, saber estudiar y hacerlo, es decir nos estamos refiriendo a la motivación, a las técnicas de estudio y a la fuerza de voluntad para realizar lo previsto.

Ahora nos vamos a referir a la importancia de tener la suficiente competencia en el manejo de las técnicas de estudio. Éstas son el instrumento del trabajo intelectual, y de igual modo que si quisiéramos tener un jardín arreglado necesitamos de un instrumental: azada, rastrillo, tijeras.... para realizar nuestro propósito, de igual modo nuestra inteligencia necesita de un instrumental para ser eficaz en el estudio. Por otra parte, nuestro método de estudio siempre es perfeccionable, siempre algo se puede hacer mejor con el menor esfuerzo, mejor y en el menor tiempo posible.

Hay que decir que el primero y principal instrumento que se necesita para el estudio es la lectura, de manera que nuestro hijo tenga las suficientes habilidades en comprensión, velocidad y entonación correcta en la lectura. Si este aspecto básico no se ha desarrollado en su momento con la suficiente eficiencia, posteriormente será la causa originaria del fracaso escolar que aparecerá.

Otras técnicas de estudio que nuestro hijo debe manejar adecuadamente son:

Saber organizarse el tiempo.
Saber hacer esquemas, resúmenes.
Saber subrayar un texto.
Pasos a seguir para estudiar un tema.

Es muy probable que en el centro educativo haya un plan de acción tutorial en el que figurarán la impartición a los alumnos de las técnicas de estudio, pero a veces no se practica lo suficiente, y los padres tienen que suplir en ello.

Así pues, la primera tarea es detectar en qué falla nuestro hijo, los defectos de estudio más comunes son: memorismo, estudiar sólo para el examen, dependencia excesiva del profesor y del libro de texto (falta de iniciativa), no saber distinguir lo importante de lo secundario, dificultad para expresar oralmente y por escrito, dificultad para relacionar y sintetizar conocimientos, mal uso del tiempo...

Una vez que entendemos en qué falla y en qué hay que actuar, habrá que hacer un plan para tratar de superar esos puntos débiles.

5.- Animando al estudio sin sermonear

Hay que empujar al estudio sin que se note, sin sermonear, ya que el insistir en un mensaje con oportunidad y sin ella en los adolescentes, puede ser contraproducente. Sermoneamos en la medida que insistimos demasiado en un punto sin que sea el momento oportuno para ello.

Hemos de valorar el esfuerzo y la dedicación de nuestro hijo al estudio más que sus resultados. No ha de centrarse toda la valoración de su hijo en sus notas. Hay que mirarle como persona y en un contexto más amplio que el mero rendimiento académico.

Resaltar sus propios progresos, aunque no estén a la altura de lo que a nosotros como padres nos gustaría. Hay que dar tiempo, lo importante es que vaya subiendo cota, aunque en un momento parezca que está retrocediendo. Recuerden que los éxitos, aunque sean o nos parezcan pequeños, son una pieza clave para mantener el interés.

No poniendo, de entrada, las metas demasiado lejos, para que no cunda el desánimo. Por regla general, son más eficaces los pactos familiares sobre aspectos concretos y con refuerzos también concretos, que los grandes discursos de los que se suele abusar.

6.- Procurando las ayudas pedagógicas oportunas cuando sea necesario

Cada hijo tiene su propio ritmo de aprendizaje, los puntos fuertes en el conocimiento y materias en las que presenta lagunas o dificultades. A estos alumnos hay que dar la respuesta pedagógica adecuada, que puede ir desde nuestra ayuda personal hasta ponerle un profesor particular.

Vamos a analizar algunas de las posibles respuestas:

a) Encargarse los padres.

Teóricamente parece una de las más idóneas porque el conocimiento profundo que los padres tienen de sus hijos les lleva a saber exactamente qué es lo que tiene que superar su hijo, además los padres están revestidos de una autoridad que no tienen otros que pueden intervenir, como son los hermanos.

La dificultad que tiene esta opción es que los padres han de disponer de suficiente tiempo para poder dedicarlo a la ayuda escolar de los hijos. Asimismo han de tener los suficientes conocimientos para ayudar a sus hijos en esas materias.

b) Encargarse algún hermano mayor.

Tiene la ventaja de hacer partícipe a un hermano mayor de la responsabilidad de ayudar a un hermano. Esto crea más unidad familiar entre los miembros al tener un propósito común. Otra ventaja es que entre alumnos se explican de manera más didáctica y con el mismo lenguaje las cosas que tienen dificultades.

Puede tener la dificultad de la falta de autoridad que tiene un hermano de manera que no siga las indicaciones que se le hacen. Otra dificultad es la falta de perseverancia en el encargo que se ha asignado a ambos cuando surgen las dificultades. Suele pasar que el hermano a quien se le ha encargado la atención académica, se escude en que él tiene bastante que hacer y no puede perder el tiempo con su hermano, que además no responde a veces a sus indicaciones.

Para subsanar estas dificultades puede ser conveniente asignarle una paga al hermano con el fin de darle más seriedad y responsabilidad.

c) Tener un profesor particular.

Que puede reforzar aquellas materias en las que tiene más dificultades. Para que un profesor particular sea una ayuda para nuestro hijo, hemos de tener en cuenta los siguientes puntos:

Los contenidos que se vean en las clases particulares han de estar supeditados y ser complementarios a los que se desarrollan en el centro educativo por el profesor de esa materia.
Es conveniente que sea una situación provisional, durante un tiempo. Hemos de tener en cuenta que lo normal es que vaya avanzando por los distintos cursos sin que necesariamente precise de un profesor particular. Se requerirá para situaciones extraordinarias: unos suspensos que indican lagunas importantes, dificultades significativas con área determinada, promocionar a un curso superior sin tener afianzado el anterior, cuando el niño no pueda seguir el ritmo normal de la clase....Sin embargo, puede pasar que lo extraordinario se convierta en ordinario.
Los padres deberán contar con la opinión del tutor y otros profesores. De esta forma, en caso afirmativo puede establecerse, además, una colaboración entre el profesor particular y los profesores del centro.

7.- Siguiendo el quehacer diario sin agobiar

Hemos de seguir el día a día del quehacer diario. El criterio es que cuanto más pequeños más de cerca hemos de hacer el seguimiento de las tareas de nuestros hijos, cuando van siendo más mayores y han ganado en autonomía y responsabilidad, les podemos dar más distancia en el seguimiento.

Hay que saber qué exámenes tienen, qué resultados están obteniendo, con qué dificultades se encuentran, cuáles son sus actitudes, disposiciones....

Hay que guardar un equilibrio entre dos posturas extremas, una hacer un seguimiento pormenorizado, que puede resultar agobiante a nuestros hijos, y que en algún momento determinado hay que seguir esa estrategia porque requiere una tutorización especial, pero que si se aplica más tiempo puede ser contraproducente. Y la otra postura es no preocuparnos por sus cosas, seguirlo a mucha distancia, de manera que indique despreocupación por nuestra parte. El criterio como se ha dicho antes es ir de más seguimiento a menos según va teniendo más años, pero cada caso es único.

Un objetivo educativo que hemos de marcarnos los padres es que tengan la suficiente madurez y autonomía para organizarse nuestros hijos en el tema de los estudios, y también sería extensible a otros ámbitos. Pero centrándonos en el primero, lo deseable sería que cuando están en el primer ciclo de la enseñanza secundaria obligatoria, es decir, con 13-14 años, nuestros hijos se pudieran organizar por si mismos el horario de estudio, si se van a levantar por la mañana o se quedan por la noche porque tienen un examen....

Hemos de tener en cuenta, que los padres podemos mandar que estudien, que hagan esto o aquello otro, pero esto se puede hacer cuando tienen pocos años, porque aceptan nuestras indicaciones sin rechistar, pero cuando llegan a la adolescencia, si no va saliendo de ellos mismos el hacer las cosas, porque entienden que así lo tienen que hacer, poco podremos hacer con imposiciones si nuestros hijos no están dispuestos a estudiar.

Para ir consiguiendo esta meta educativa, los padres tenemos que empezar desde pequeños, poco a poco, que sean ellos los que hacen las cosas porque así lo van decidiendo, con autonomía, aunque a veces haya que mandarles, pero con la tendencia que sean los que llevan las riendas de los estudios.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Aprender y mejorar en habilidades sociales

Este artículo se encuentra íntimamente relacionado con otro titulado “Los hijos y las habilidades sociales”. Este último está más orientado a los jóvenes y adolescentes, mientras que en el presente artículo nos queremos centrar más en el inicio, en cómo dar a conocer a los hijos una habilidades sociales básicas que les permitan relacionarse mejor con las personas de su entorno, además de conocer qué son las habilidades sociales y si trabajarlas está al alcance de las familias.

Seguro que en muchas ocasiones los mayores (padres, abuelos...) le han dicho a un niño: “¿qué se dice?” (cuando llegan a un sitio o cuando se le regala algo...), “tú cuando llegues tienes que decir...” (para indicar que tiene que saludar...). Identifican estas situaciones ¿verdad?. En realidad, la familia enseña habilidades sociales. Lo que ocurre es que, con el tiempo, esta preocupación de enseñar lo que vulgarmente llamamos buenos modales, se olvida, porque consideramos que el niño ya sabe comportarse en el entorno social al que pertenece y sabe desenvolverse. Eso es un error. Los mayores deben estar constantemente pendientes del comportamiento de los niños y dar pautas concretas y exactas de cómo deben comportarse con los compañeros, vecinos, resto de la familia, etc.

El presente artículo pretende dar pautas a los padres para enseñar o ayudar a transmitir a los niños qué son las habilidades sociales, tipos, características y cómo mejorar.

CONCEPTO

Tener habilidades sociales significa saber comportarse en el entorno en que vivimos y definen la forma en que nos comportamos y lo que decimos cuando estamos con los demás. Hay buenas maneras y malas maneras de hablarle a la gente y de comportarnos con las personas. Al aprender las habilidades sociales aprendemos las buenas maneras de hacerlo. A los niños hay que decirles: “si tienes unas buenas habilidades sociales seguramente tendrás más amigos y amistades que alguien que no las tenga. Te llevarás mejor con los maestros, compañeros de clase o de juegos y con tus familiares”.

TIPOS DE HABILIDADES SOCIALES

Hay muchos y diferentes tipos de habilidades sociales.
Unas son muy fáciles de llevar a cabo:
HACER UN CUMPLIDO cuando te gusta algo de una persona.
PEDIR UN FAVOR cuando necesitas algo.
DECIR GRACIAS cuando te ayudan.
SALUDAR, decir las buenas horas.

Otras habilidades son más difíciles:
Pedir un CAMBIO DE COMPORTAMIENTO a otros.
DECIR NO a un amigo cuando nos pide un favor, de forma que no se enfade.
RESOLVER UN CONFLICTO, un problema.
TRATAR CON LOS ADULTOS.

ELEMENTOS DE LA CONDUCTA HABILIDOSA

Los tres elementos de la conducta habilidosa son:

. la mirada
. la distancia interpersonal
. la postura

La mirada

La forma en que miramos es muy importante cuando nos relacionamos con los demás. Debemos mirar a una persona a los ojos o a la zona superior de la cara (zona que rodea los ojos). Si miramos a quien hablamos o escuchamos conseguiremos mayor respuesta que si estamos mirando hacia otro lado. Esto es indicativo de que seguimos la conversación y de que nos interesa. Sin embargo hay que tener en cuenta que un exceso de contacto ocular muy fijo y continuo puede resultar molesto a nuestro interlocutor. Si retiramos la mirada estamos indicando desinterés, timidez, sumisión o sentimientos de superioridad.

La distancia interpersonal

Existen distintas zonas:

a) Distancia íntima (0-50 cm): en esta zona se sitúan las personas amadas y familiares.
b) Distancia personal (50-125 cm): es el espacio personal de cada uno, una especie de esfera protectora que nos gusta mantener entre nosotros y el resto de los individuos.
c) Distancia social (1,25-3,5 m): es la distancia que se mantiene para trabajar en equipo o en relaciones sociales ocasionales.
d) Distancia pública (más de 3,5 m): es la que nos gusta mantener con los desconocidos (por ejemplo al caminar por la calle).

Hay situaciones en las que no se respetan estas distancias. Si una persona se sitúa en un tipo de distancia que no le corresponde entonces nos sentimos incómodos. Esto se produce en los dos sentidos, tanto si un desconocido se sitúa en nuestra distancia personal como si una persona muy cercana (por ejemplo nuestro hermano, hermana, primo, etc.) se mantiene alejado de nosotros y evita el acercamiento.

La postura

La postura es la posición que adoptan los miembros (brazos y piernas) de una persona con respecto al cuerpo, lo cual influye en la relación con otros. La postura de nuestro cuerpo es algo que nuestro interlocutor percibe a simple vista y por tanto hay que cuidar. La inclinación de nuestro cuerpo hacia la persona con la que hablamos es una muestra de atención y acercamiento, mientras que estar echado hacia atrás en la silla indica desinterés o rechazo.

¡CRUZAR LOS BRAZOS ESTÁ PROHIBIDO!. Tener los brazos cruzados se asocia con una actitud defensiva, mientras que la distensión y relajación de los brazos trasmite una actitud confiada. El mantener una conversación con alguien que tiene los brazos cruzados puede indicarnos que esa persona no pretende cambiar sus planteamientos.

TIPOS DE COMPORTAMIENTOS

Cuando los niños aprenden las habilidades sociales tienen que atender uno de los aspectos básicos más importantes, que es la diferencia entre varios tipos de comportamientos:

el comportamiento PASIVO
el comportamiento AGRESIVO
y un tipo especial de comportamiento o conducta que llamamos CONDUCTA ASERTIVA

Si una persona actúa de forma pasiva no se expresa a sí misma, se comporta como un ratón: deja que los demás niños le manden, le digan lo que tiene que hacer y no defiende sus derechos. Sus necesidades, opiniones o sentimientos son ignorados y, puede que los otros niños se aprovechen de él.

El comportamiento agresivo es el que se observa en los niños mandones, que meten miedo a los demás. Critican a los demás niños y los humillan, dejándolos en ridículo. Sólo se preocupan por conseguir lo que ellos quieren y cuando quieren. Rara vez se preocupan por los sentimientos de los demás y con frecuencia se meten en líos o peleas. Por su forma de ser tienen pocos amigos de verdad. Son los niños agresivos.

Queda, por último, dedicar unas líneas a la conducta ideal, la CONDUCTA ASERTIVA. La asertividad se refiere al hecho de comportarse tal y como uno es. Significa dejar que los demás sepan lo que sientes y lo que piensas de una forma que ofenda, pero que al mismo tiempo te permita expresarte.

También significa defender tus propios derechos e intentar siempre ser sincero, justo y honrado. La asertividad es solo una parte de las habilidades sociales, aquella que reúne las conductas y pensamientos que nos permiten defender los derechos de cada uno sin agredir ni ser agredido. Lo ideal sería que todos nosotros actuásemos de forma asertiva, ya que entonces pocas veces nos pelearíamos, perderíamos amigos o sentiríamos miedo de estar con los demás.

PRÁCTICAS

A continuación incluimos algunas situaciones cotidianas que viven los niños y donde pueden mejorar en sus relaciones con los demás. Son situaciones tipo destinadas para niños de Primaria, principalmente. Los padres que lean este artículo pueden plantearles estas situaciones para ver cómo reaccionan y actúan, o bien para preguntarles qué hacen cuando suceden en la vida real. De esta forma, también queremos fomentar el acercamiento y la comunicación entre los miembros de la familia.

Dar las gracias:

Le das las gracias al profesor por haberte ayudado:
NIÑO: Gracias, profe, por ayudarme a recortar con tijeras.
PROFE: De nada.

Le das las gracias a papá por haberte arreglado una camisa.
NIÑO: Gracias, papi, por dejarme la camisa tan bonita.
PAPÁ: De nada. Me gusta ayudarte.

Le das las gracias a un amigo que te ayudó a marcar gol.
NIÑO: Gracias por pasarme el balón.
AMIGO: De nada. Fue un gol bonito.

Presentarse:

Conoces en el colegio a un amigo nuevo.
NIÑO1: Hola, me llamo___________. ¿Cómo te llamas tú?
NIÑO2: Hola, yo me llamo___________ y quiero ser tu amigo.

Unos amigos de tus padres vienen a casa y te tienes que presentar.
NIÑO: Buenas tardes, me llamo___________ y tengo 6 años.
AMIGOS: Buenas tardes,____________.

Presentar a otras personas:

Tienes dos amigos que aún no se conocen.
NIÑO: Pedro, este es mi amigo Juan. Juan, este es Pedro.
2 NIÑOS: Hola (se saludan con la mano).

Le presentas un amigo a tu padre.
NIÑO: Papá, este es mi amigo __________.
PADRE: Hola___________, ¿cómo estás?
OTRO NIÑO: Estoy bien, gracias.

Hacer un cumplido:

Un amigo hizo un gran partido de fútbol.
NIÑO: Has jugado muy bien. Eres un gran futbolista.
AMIGO: Gracias. Me esforcé mucho.

Elogias a tu papá por hacerte una buena comida.
NIÑO: Papi, la comida me gustó. Eres un buen cocinero.
PAPÁ: Gracias.

Pedir un favor:

Se te olvidó traer colores y no puedes pintar.
NIÑO: Por favor, Pedro, ¿me prestas tus colores?
OTRO NIÑO: Claro que sí. Eres mi amigo.

En clase no entiendes algo que dijo el profesor.
NIÑO: Por favor, profe, ¿podría repetir lo que dijo?
PROFESOR: Bien, lo diré despacio.

Disculparse:

Has roto un cristal de la ventana de un vecino con tu pelota.
NIÑO: Ha sido sin querer. Lo siento mucho.
VECINO: Ten más cuidado cuando juegues.

Has estado molestando a un amigo.
NIÑO: Te pido disculpas. Estaba muy nervioso.
AMIGO: No tiene importancia. A mí me pasa a veces.

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